En la Biblia Filipenses 3, nos encontramos con un pasaje de la carta escrita por el Apóstol Pablo a la iglesia de Filipos. Este capítulo es uno de los más importantes de la epístola, puesto que habla del sacrificio de Pablo por Cristo, así como de la necesidad que tienen los ministros de dar ejemplo de rectitud.
En versículo 7, Pablo habla sobre el gran sacrificio que ha hecho por Cristo. Dice: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo”. Es decir, todo lo que Pablo tenía o había logrado en su vida, incluso su posición como fariseo, lo considera insignificante en comparación con el amor de Cristo. Este es un gran ejemplo que nos enseña a seguir el camino de Jesús, incluso si esto implica un gran sacrificio personal.
El Apóstol sigue diciendo en versículo 8, “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura para ganar a Cristo”. En otras palabras, Pablo incluso considera todo lo que ha perdido y todo lo que ha sufrido por el bien de Cristo de poca importancia, ya que la excelencia del conocimiento de Jesús supera a cualquier cosa material o terrenal. Esto demuestra la importancia de enfocarnos en el reino de Dios por encima de cualquier otra cosa.
El Apóstol anima a la iglesia de Filipos, así como a todos los cristianos, a seguir su ejemplo en versículo 13: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante”. Es decir, no importa cuánto hayamos logrado en el pasado, siempre podemos seguir adelante y hacer más por el reino de Dios. Debemos enfocarnos en el futuro y hacer todo lo posible por alcanzar nuestros objetivos espirituales.
Pablo continúa en el versículo 14: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Aquí, el Apóstol habla de su determinación de perseguir su objetivo de servir a Dios y predicar el Evangelio de Cristo, con la esperanza de obtener el premio final de la vida eterna. Esta es una exhortación para todos los cristianos para que mantengan sus ojos en el objetivo final de nuestra fe, la vida eterna en el reino de Dios.
En resumen, en Filipenses 3, el Apóstol Pablo nos enseña a sacrificar todo por Cristo, a dar ejemplo de rectitud y a enfocarnos en nuestro objetivo final en la vida, nuestra salvación eterna en el reino de Dios. Este pasaje es una gran fuente de inspiración para todos los que buscan seguir a Cristo y servirle.
Los ministros verdaderos deben dar ejemplo de rectitud en la Biblia Filipenses 3
En la Biblia Filipenses 3, el Apóstol Pablo no solo nos enseña a sacrificar todo por Cristo, sino también la importancia de dar ejemplo de rectitud. En versículo 17, escribe: “Hermanos, seguid mi ejemplo, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros”. Esto significa que el Apóstol no solo habla de cómo uno debe vivir como cristiano, sino que también lo muestra con su propia vida. Es importante que los líderes cristianos, en particular, den un buen ejemplo de vida cristiana, ya que sus seguidores los miran de cerca.
Pablo sigue diciendo en versículo 18: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo”. Aquí, el Apóstol advierte a los cristianos sobre aquellos que no viven como deben, y que, en lugar de buscar a Cristo, se han convertido en enemigos de su cruz. Debemos tener cuidado de no seguir el ejemplo de aquellos que no dan buen testimonio cristiano.
El Apóstol concluye este tema en versículo 20-21: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; que transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya”. En otras palabras, debemos vivir nuestra vida en la Tierra buscando vivir de manera digna y recta como ciudadanos del cielo y no seguir el ejemplo de aquellos que viven de manera terrenal. Nuestra esperanza está en el retorno de nuestro Señor Jesucristo, quien nos transformará y nos llevará al reino de Dios.
En esencia, en Filipenses 3, Pablo nos enseña la importancia de dar un buen ejemplo de vida cristiana y de vivir nuestras vidas como ciudadanos del cielo. Debemos buscar seguir el ejemplo de Pablo y, sobre todo, de Jesús, quien nos enseñó a vivir una vida santa y santificada para Dios. Sigamos adelante con diligencia y determinación, manteniendo nuestros ojos en el premio final: la vida eterna en el reino de Dios.
¿Que nos enseña Pablo en Filipenses 3 8 14?
En este pasaje de la Biblia, Pablo nos muestra la importancia de tener una relación cercana con Cristo y la renuncia a los bienes materiales en pos de una vida eterna en el Señor. El escritor de la epístola a los Filipenses, hace una reflexión profunda para demostrarle a sus lectores, la perdida que sufrió al dejar sus pertenencias a un lado por la excelencia en el conocimiento de Cristo Jesús, su Señor, para ganar a Cristo.
Pablo nos enseña que todo lo terrenal no tiene comparación con el conocimiento de Cristo Jesús: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8).
No es que Pablo haya dejado todo lo terrenal porque ya no lo necesitaba, sino porque entendía que el conocimiento de Cristo, la vida eterna y la liberación espiritual, eran más importantes que cualquier posesión de este mundo.
Pablo se refiere a lo terrenal como estiércol, y nos invita a comparar el valor de los bienes terrenales con el de conocer a Cristo. De esta forma, su desafío se enfoca en encontrar la verdadera alegría y el verdadero gozo en Cristo.
Para Pablo, su vida antes de encontrar al Señor, era la búsqueda de la justicia a través de las leyes judaicas, pero después de conocer a Cristo, su perspectiva cambió completamente y fue a través de la fe en Jesucristo que logró alcanzar la justificación. Así, nos enseña la importancia de que nuestro conocimiento de Cristo no es una búsqueda de la felicidad terrenal, sino la búsqueda de la voluntad de Dios en nuestra vida.
Además, Pablo no solo se enfoca en los bienes materiales. También menciona a su reputación y su orgullo como cosas que consideraba basura en comparación con el conocimiento de Cristo:
“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor”(Filipenses 3:8)
Pablo había logrado avanzar en su carrera religiosa y eso era algo importante para él, pero todo eso quedó en segundo plano frente a su deseo de conocer a Cristo y de obtener la verdadera salvación que solo Él podía brindar.
La relación de Pablo con Cristo fue tan significativa para él, que no solo puso a un lado sus bienes materiales y su reputación, sino que se esforzó por acercarse aún más a Dios a través de la oración y la meditación:
“A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte “( Filipenses 3:10)
El apóstol dejó todo por seguir a Cristo, Pablo nos ensñeña que nada de lo que podamos obtener o poseer en este mundo se puede comparar con la recompensa que Dios tiene preparada para aquellos que lo aman y guardan sus mandamientos.
Dice el texto:
“Persevero por alcanzar aquello para lo que fui también alcanzado por Cristo Jesús.(Filipenses 3:12)”
En otras palabras, Pablo nos enseña que debemos perseverar en nuestra vida cristiana, recordando siempre que lo importante no es lo que hay en este mundo, sino nuestra salvación eterna en Cristo Jesús. Debemos mantener nuestra mirada en la meta que Dios nos ha puesto delante y seguir los pasos del apóstol Pablo y de los grandes hombres de Dios.
Pablo había dejado todo lo terrenal para ganar a Cristo. Nos enseña a través de Filipenses 3:8-14 que el valor de la relación personal con Dios es más importante que cualquier otra cosa. Así mismo, nos muestra que no se trata de una simple relación religiosa, sino de un vínculo emocional, que nos llena de felicidad plena y duradera.
Para lograr el objetivo de una relación sólida con Cristo, Pablo nos enseña la importancia de renunciar a las cosas materiales y enfocarse en la fuente de la vida eterna, confiando en Dios en cada paso que damos, sin importar el costo.
Incluso después de haber perdido todo lo que alguna vez había considerado importante, Pablo encontraba alegría en su relación con Cristo, una alegría que ningún bien terrenal podría igualar:
“Mas cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”(Filipenses 3:7-8)
En resumen, lo que nos enseña Pablo en Filipenses 3:8-14 es que debemos enfocarnos en nuestro conocimiento de Cristo Jesús y en nuestra relación con Él. Debemos renunciar a las cosas materiales en pos de una vida eterna en el Señor. Debemos perseverar en nuestra vida cristiana y recordar siempre que lo importante no es lo que hay en este mundo, sino nuestra salvación eterna en Cristo Jesús.
¿Qué significa Filipenses 3 3?
La espiritualidad es un tema que siempre ha estado presente en el ser humano. Cada persona explora su camino hacia la religión, la conexión con Dios y la búsqueda de la verdad. Y es precisamente esa búsqueda lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Qué significa Filipenses 3:3?
A primera vista, esta cita puede ser un poco confusa. Sin embargo, su significado es profundo y relevante tanto para nuestros días como para la historia bíblica.
“Porque nosotros somos la verdadera circuncisión, los que adoramos en el Espíritu de Dios, y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Filipenses 3:3b)
En esta parte del capítulo, Pablo está hablando acerca de la verdadera espiritualidad y la confianza en uno mismo. Él menciona que vivimos en una sociedad que nos enseña a confiar en nosotros mismos desde que somos niños, lo cual puede ser peligroso. La confianza en uno mismo no debería ser nuestra fuerza, sino que deberíamos confiar en Dios.
Es importante mencionar que incluso en la religión se da un énfasis en poner confianza en uno mismo. Un panfleto afirma que si no tienes confianza en ti mismo, apenas puedes tener fe en Dios, lo cual es una filosofía pervertida.
La realidad es otra. Pablo, el apóstol, no tiene confianza en sí mismo para hacer nada, sino que confía únicamente en Jesucristo. En Filipenses 3:4-6, el apóstol habla de sus logros en el mundo bajo su nombre judío y del valor que le daba a ellos, pero en el versículo 7 dice:
“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” (Filipenses 3:7)
Esta es una declaración poderosa y resalta que, en verdad, no debemos confiar en nuestra carne, nuestros logros o nuestras habilidades, sino en Dios. Pablo continúa en el versículo 8:
“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8)
Este es el punto más alto de su reflexión. El apóstol afirma que no solo desecha las cosas pasadas, sino que las considera basura (como se entiende en griego). Todo esto por el conocimiento de Cristo Jesús, la verdadera fuerza detrás de la vida en la fe.
Es importante recordar que Jesús, como hombre, dijo que no podía hacer nada por sí mismo, sino solo en completa dependencia de su Padre. Juan 5:30 dice:
“No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre”
Este concepto es muy profundo, al ser que uno busca adentrarse en la espiritualidad, parece que todo se complica y se torna difícil de entender. Sin embargo, la base es simple: todo se trata de Dios. No somos lo suficientemente capaces por nosotros mismos, necesitamos poner nuestra fe en Aquel que es capaz de hacer cualquier cosa a través de nosotros.
Filipenses 3:3b no solo es una enseñanza sobre la fe, sino que es una lección de vida. Muchas veces nos centramos en nuestras habilidades, nuestros títulos universitarios, nuestras relaciones, nuestras pertenencias materiales, sin embargo, nada de esto nos hará verdaderamente felices. Debemos enfocarnos en Dios y confiar no en nosotros mismos sino en su voluntad.
Como resultado, Filipenses 3:3 nos enseña sobre la verdadera espiritualidad, sobre la importancia de poner nuestra fe en Dios en lugar de la confianza en uno mismo. No se trata de que nosotros no tengamos habilidades, sino que nuestras habilidades no deberían ser la base de nuestra confianza. Todo lo que tenemos lo hemos adquirido mediante su voluntad y para su propósito.
¿Qué quiere decir Filipenses 3 1?
En Filipenses 3:1, el apóstol Pablo dice: “Por lo demás, hermanos míos, gozaos en el Señor. A mí no me importa escribirles otra vez lo mismo, y a ustedes les da seguridad” (RV95). ¿Qué significa este versículo? ¿Por qué el apóstol Pablo enfatiza la alegría en el Señor? Vamos a examinar el contexto de este versículo para tener una mejor comprensión.
En el capítulo 2 de Filipenses, Pablo habla sobre la humildad y el ejemplo de Cristo de servir a los demás. En el capítulo 3, comienza enfatizando la importancia de la verdadera justicia que viene a través de la fe en Cristo, en contraposición a la justicia propia o basada en las obras. Pablo dice en Filipenses 3:8: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (RV95).
El versículo 1 de este capítulo es la continuación de este pensamiento. Pablo, después de enfatizar la importancia de la fe en Cristo, dice a los Filipenses que se regocijen en el Señor. La palabra “gozaos” en el original griego (chairete) significa “alegraos”. También escuchamos una nota de exultación en esta exhortación, que se encuentra en la versión en inglés “Rejoice in the Lord!”.
Pablo no solo quiere que los Filipenses estén contentos. La alegría que Pablo presenta aquí es parte del estilo de vida del cristiano victorioso. La alegría que tiene el cristiano en el Señor es una característica distintiva de su caminar diario. Es la señal de que la vida cristiana es auténtica, y la única actitud que invariablemente trae paz y alegría de corazón. Por esta razón, enfatiza la importancia de la alegría y el regocijo en la vida cristiana.
El apóstol Pablo también habla sobre el signo de la incredulidad en la vida cristiana. Dice que el que se queja y riñe, en lugar de regocijarse en el Señor, está demostrando una actitud de incredulidad. El deseo de quejarse y disputar surge del corazón incrédulo que no confía en Dios. La incredulidad produce la queja y la disputa, mientras que la fe produce la alegría y el regocijo en el Señor, tal como lo presenta Pablo en Filipenses 3:1.
La alegría y el regocijo en el Señor son el resultado de creer en Dios y confiar en Él en todo momento. Esto lleva al creyente a una confianza tranquila y una sonrisa genuina en medio de cualquier circunstancia. Esta experiencia no es nueva, sino que ha sido la experiencia de todo creyente en cualquier época.
La pregunta que surge es: ¿cómo podemos tener esta alegría y regocijo en el Señor? La respuesta es sencilla pero profunda: creer en Dios y tener una fe constante en Él. La fe en Dios nos permite aceptar nuestros desafíos diarios y nos recuerda que Dios es soberano. La fe nos permite ver Su plan de una manera más clara. Cuando ejercemos nuestra fe en Dios, nos damos cuenta de que Dios tiene todo bajo control y que podemos confiar en Él en todo momento.
La fe en Dios, que es la fuente de la alegría y el regocijo en el Señor, es algo que se cultiva a partir de la lectura de la Palabra de Dios, la oración y la adoración. Cuando meditamos en la Palabra de Dios, entendemos mejor el carácter de Dios y nos damos cuenta de que Él siempre es fiel. La oración nos permite hablar con Dios y pedirle ayuda y guía. La adoración nos permite centrar nuestra atención en Dios y Su obra en nuestras vidas.
La alegría y el regocijo en el Señor son una bendición que nos permite vivir nuestras vidas con plenitud y sentido. Pablo enfatiza la importancia de la alegría y el regocijo en la vida cristiana porque sabe que el gozo del Señor es nuestra fuerza. Mientras que el mundo busca la felicidad, el cristiano encuentra el júbilo sabiendo y confiando en el carácter de Dios. Así que, hermanos, regocijaos siempre en el Señor.
¿Qué quiere decir Filipenses 3 2?
El libro del Apóstol Pablo a los Filipenses es en sí mismo una carta de amor y exhortación a la iglesia de Filipos. A través de sus páginas se puede sentir la pasión del Apóstol por su obra y el cuidado que tiene por los creyentes que están bajo su cuidado. Pero no es solo una carta para una iglesia en particular, es una carta que habla a todo aquel que ha decidido seguir a Cristo.
En el capítulo 3 de su carta, el Apóstol habla sobre los peligros de la religión exterior. Y es en este capítulo que encontramos el verso 2, que dice: “Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los que mutilan el cuerpo.”
El peligro de la religión exterior
En este capítulo, Pablo llama a la iglesia a no poner su confianza en la religión exterior, pero ¿qué quiere decir con esto? ¿Qué es la religión exterior? La religión exterior es una forma de religiosidad que se centra en las prácticas religiosas externas, olvidando el verdadero significado de la fe. Es aquella que se enfoca en las apariencias, en cumplir con rituales y tradiciones, pero que no tiene una verdadera relación con Dios en el corazón.
Es por eso que el Apóstol llama a la iglesia a “guardarse de los perros” quienes representan a aquellos que se alimentan de la basura de los mandamientos carnales y enseñan una religión basada en el legalismo y las reglas. Es importante señalar que, para el Apóstol, el término “perro” no se refiere a los animales sino a aquellas personas que enseñan falsas doctrinas.
Además, se hace una advertencia sobre los “malos obreros”, aquellos que buscan desviar a los creyentes de la verdadera fe y de la verdadera relación con Dios. Estos son los falsos maestros que enfocan la fe en las cosas exteriores, quienes tratan de imponer la circuncisión y la observación de la ley de Moisés y las restricciones de la comida del pacto mosaico.
La enseñanza de los “judaizantes”
En esta sección, el Apóstol está específicamente hablando de un grupo de hombres llamados “judaizantes”. Estos hombres estaban enseñando que era necesario observar las leyes de Moisés y las restricciones de la comida del pacto mosaico para mantenerse en buena relación con Dios.
Pablo dice que esta enseñanza es enemiga de la verdadera espiritualidad y destruye el espíritu del regocijo. Al enseñar que la relación con Dios es basada en el cumplimiento de prácticas externas y en seguir una serie de reglas, se pierde el verdadero significado de ser cristiano. En lugar de buscar una relación personal y profunda con Dios, los creyentes pueden caer en la trampa del legalismo y la religión exterior.
La gracia, el favor inmerecido de Dios
El Apóstol Pablo, en contraposición a la religión exterior, habla de la gracia de Dios, ese favor inmerecido que Dios nos regala. Es aquella bendición que no podemos ganarnos y que no merecemos.
La gracia es el medio por el cual somos salvos, no en base a nuestras obras sino en base a la obra de Cristo en la cruz. La gracia es el recurso que nos da la libertad de no estar atados a prácticas y tradiciones externas, sino a tener una verdadera relación con Dios.
Regocijarse en la obra de Dios
Al final del capítulo, se invita a aprender a servir a Dios y a otros a causa de la gratitud y la alabanza, regocijándonos en la obra que Él hace en nosotros y por medio de nosotros. Es un llamado a buscar una relación personal y profunda con Dios, basada en Su gracia y amor, no en nuestras obras ni en prácticas externas.
Así que, la próxima vez que leas Filipenses 3:2, recuerda la advertencia del Apóstol Pablo sobre los peligros de la religión exterior y la importancia de buscar una verdadera relación con Dios basada en Su gracia y amor.